martes, 25 de enero de 2011

Apego a tus propias ideas sobre el apego

Tantas escuelas y muchas tan diferentes. Como escoger? Como dice el Maestro Zen Hogen Yamahata:
“Todos los preciados, importantes e irreemplazables ideas, imágenes o principios personales básicos son como espuma en la superficie de nuestro torrente conciente…El hecho en si al que debemos despertar es que no hay nada mejor que no tener nada…ni siquiera estimados principios filosóficos en nuestras cabezas.”
O como dice la Maestra Zen Charlotte Joko Beck, nuestro punto de vista por lo general “se limita a seguir las necesidades de nuestro ego”, y ello, en sus propias palabras no se conseguirá remontar con esta o aquella filosofía, doctrina o religión, sino con años de práctica “en la que cada vez estemos más dispuestos a tomar conciencia de lo que sucede (…) de los pensamientos que engendran emociones (…) y nos aprisionan en nuestras obsesiones”. Trabajando con lo que nos ocurre en cada momento hasta despertar al hecho de que “todo está bien como está”. Ese es el gozo.

La asombrosa muerte

Como dice la Maestra Zen Charlotte Joko Beck, uno de los mayores logros que podemos alcanzar con la práctica es ver el milagro en cada cosa que acontece en nuestras vidas, y reconocer el gozo en todo lo que nos ocurre, tanto en las cosas buenas como malas (de hecho, la mayor ilusión es creer que hay algo totalmente malo o totalmente bueno), e incluso en la muerte :
“El gozo es exactamente lo que sucede en cada segundo, pero sin la carga de nuestra opinión. Sólo gozo…Cuando nos quedamos en la percepción en lugar de dejarnos arrastrar por la evaluación, podemos descubrir que el gozo puede ser cualquier cosa, porque la realidad última, no sólo de la práctica sino de la vida, es el gozo... Por ello debemos estar dispuestos a realizar esta práctica, no sólo cuando estamos “sentados” sino en todos los momentos de la vida.”
 

viernes, 21 de enero de 2011

Cosas que cambian y Cosas que no (Parte 2)

Como decía Alan Watts “Nadie se moja tocando la palabra escrita agua”, o como leí en un libro que no recuerdo en este momento “Nadie llega a su destino sentándose frente al poste indicador de la ruta”.

jueves, 13 de enero de 2011

El escenario de la vida

Recuerdo una película que vi hace más de una década atrás, “The Truman Show”, en la que el protagonista principal, era a su vez el foco de un gigantesco reality show transmitido 24 hras al día, en el cual todo lo que lo rodeaba era artificial. Los textos budistas nos enseñan que es sólo una ilusión creer que controlamos absolutamente nuestras vidas. Como dice la Maestra Zen Charlotte Joko Beck:
"La mayoría de los seres humanos pasan entre el 50% y el 90% de sus vidas en el ámbito de la imaginación, de la fantasía...(habitando) en lo que nos sucedió, en lo que podría haber sucedido, en lo que sentimos, en la forma como debiéramos ser, en la forma como debieran ser los otros, en lo terrible que es todo. Todo es fantasía, imaginación. El despertar consiste simplemente en conocer la verdad, con con la cabeza, sino con todo nuestro ser. saber que "esto es todo". Es maravilloso".

Transformando muebles

Llevo algún tiempo ejerciendo el hobby de la carpintería. Leyendo hace un tiempo a la Maestra Zen Charlotte Joko Beck hice conciencia de que, asumiendo la perspectiva de la madera, este proceso es lo que ella nos hace conocer como transformación:

 “…La verdadera transformación implica que algo nuevo ha nacido. Es como si lo que existía anteriormente hubiera desaparecido para dar paso a algo totalmente distinto…Este es el camino de la transformación. nos liberamos lentamente de nuestra forma protegida de ver la vida ―desear lo que deseamos― y nos separamos lentamente de las imágenes y fantasías. La práctica…Es un cambio lento hacia una nueva forma de estar en el mundo. Este camino puede ser terapéutico, claro está, pero no es su propósito. No hay garantía de consuelo, ni paz, ni de dinero ni de nada. debemos ser lo que somos”.



miércoles, 5 de enero de 2011

Fin de año zen

Como la mayoría de seres humanos del lado occidental de este planeta celebro la navidad y el año nuevo en diciembre. Por estas fechas, y a lo largo de mi vida he tenido épocas gloriosas y otras desoladoras. Como la mayoría de seres humanos algunas veces he querido que el tiempo se detenga en este tiempo de emoción, y otras he querido pasarla lo más rápido posible, o más aún, colocar un puente que me lleve directamente desde noviembre hasta enero. Al margen de los tintes que barnicen las fiestas de diciembre, más de una vez me he preguntado en el objetivo de pasar por este ritual al final de cada año. Conforme alcanzo mayor perspectiva puedo plantearme que hay un sentido colectivo en estas fiestas.


Siendo bien intencionados diríamos que por unos días, minutos o segundos, en estas fiestas tomamos conciencia de que “todos somos uno”, no en el sentido mágico religioso de los iluminados que súbitamente se interconectan a todo el universo còsmico, sino en un contexto más real, más humano, como los hace notar nuestra Maestra Zen Joko:
“Podemos decir algo semejante sobre nuestras relaciones personales. Tendemos a considerarlas como hechos aislados en el tiempo: comienzan, duran un poco y terminan. Sin embargo, siempre estamos en alguna relación...en un momento puede manifestarse de una forma específica, pero la verdad es que ya existía antes de manifestarse de esa forma, y una vez que termina también continúa. Seguimos conectados a los demás, incluso a aquellos que han muerto. Los antiguos amigos, amantes y parientes continúan siendo parte de nuestra vida y son parte de lo que somos. Quizás sea necesario que la manifestación visible termine, pero la relación real nunca termina. No estamos verdaderamente separados los unos de los otros. Nuestras vidas están unidas; el sufrimiento es uno solo, la dicha es una sola, y nos pertenece. “