La Maestra Zen Charlotte Joko Beck con frecuencia muestra la imagen de lo que naturalmente somos (o eramos) para referirse a la senda por donde debemos buscar. Dice la maestra Joko:
"La práctica consiste en volver a ese estado natural. Ser una persona natural no significa convertirse en una especie de santo. No obstante, (en este estado...) al no tener una noción de ser separados del mundo, hay siempre una bondad y una corrección innata en todos nuestros actos. Nuestras dos manos, por ejemplo, no se comportan de manera inadecuada entre si, porque son parte de un mismo cuerpo...Nuestra vida, en contraste es muy antinatural. Nos sentimos separados del mundo y eso nos expulsa del Jardín del Edén..."
Esto, imagino, debe tener relación con lo que lo que un antiguo koan nos pintaba como tratar de ver nuestro “rostro original”, o con la budeidad que todos llevamos dentro pero no podemos ver. Este no es un concepto que parezca fácil de entender: ¿Cómo podemos no ser como en realidad somos?. Un ejemplo que se me ocurre puede ayudarnos a entender mejor este concepto podría ser el de los los perros y los gatos, y que la Maestra Joko grafica bien al responder a uno de sus alumnos:
“Estudiante: Pienso que el hombre natural podría ser como mi gato, que se pasa la vida comiendo, durmiendo y haciendo lo que se presenta a cada momento, sin conciencia alguna y sin pensar en ello.
Joko: Esta descripción es bastante acertada. Los perros no serían un buen ejemplo porque nosotros los convertimos en lo que deseamos, pero los gatos son más independientes, más parecidos al hombre natural.”